The Old Leader is Dead, Long Live the AI
Dentro del vasto panorama de artículos, libros y podcasts que llevo tiempo escuchando, prevalece la idea de que la inteligencia artificial (IA) no puede captar ni sustituir la esencia del liderazgo humano. Se argumenta que la IA carece de la capacidad para la empatía, la resonancia emocional, la comunicación efectiva y la consideración de aspectos emocionales y humanos en la toma de decisiones.
Como alguien profundamente involucrado en la gestión de recursos humanos, mi inclinación inicial se alinea con esta perspectiva. Soy escéptico de que las máquinas puedan sustituir verdaderamente las cualidades únicas de los líderes humanos. Sin embargo, desde una perspectiva más matizada, hay ciertos aspectos del liderazgo en los que la IA podría superar las capacidades humanas:
En su artículo “Will AI replace Leadership?«, Johncey George sostiene que los líderes trazan el rumbo y toman decisiones que guían la trayectoria de la empresa. Esto plantea la pregunta: ¿La IA no podría desempeñar estas funciones con igual o mayor eficacia?
George postula además que los líderes navegan por la complejidad, discerniendo hábilmente entre variables para tomar decisiones basadas en juicios y experiencias. ¿No podría la IA superar las capacidades humanas en este sentido, ofreciendo una toma de decisiones más analizada y precisa de dicho entorno cambiante?
También afirma que los líderes dan forma a la cultura de una empresa a través de sus comportamientos y acciones. Podría la IA potencialmente utilizar la cultura corporativa deseada y definida por la alta dirección como un marco de referencia para la toma de decisiones.
Rasmus Horgaard, en su artículo de Harvard Business Review «The Best Leaders can’t be replaced by IA«, sugiere que la IA tendrá dificultades para entender asuntos personales o decidir basándose en emociones. Sin embargo, vale la pena considerar los beneficios potenciales de la toma de decisiones objetiva, libre de subjetividad y paradigmas. Además, la IA podría ser enseñada para comprender las emociones asociadas con diversos asuntos personales o incluso analizar la comunicación no verbal para entender las emociones humanas.
El énfasis de Horgaard en conceptos humanos como la ética, la lealtad y la valentía como rasgos personales plantea la cuestión de si la IA no podría aprender de estos valores. A diferencia de los humanos, la IA podría adherirse firmemente a los principios éticos inculcados durante su programación. Si existen sesgos, la responsabilidad recae en los humanos que programaron la IA para reconocer patrones y aprender de ellos.
Ahora, imagina un escenario donde las evaluaciones continuas de desempeño son llevadas a cabo por la IA. Cada viernes por la mañana, en menos de dos minutos, podría registrar información sobre los logros, los comportamientos y el trabajo en equipo de cada empleado. Si se le guía sobre cómo proporcionar feedback, la IA podría brindar mensajes positivos, sugerencias de mejora y, en última instancia, ofrecer ayuda para prevenir problemas recurrentes.
Además, si se educa a la IA sobre los principios de establecer objetivos SMART, podría asegurar de manera factible que todos los objetivos cumplan con estos criterios. Imagina una IA que escucha activamente y comprende a sus colaboradores; ¿no podría proporcionar consejos superiores y tomar decisiones más sofisticadas que un humano?
Surge la pregunta apremiante: ¿Qué medidas se pueden tomar para evitar que la IA reemplace por completo a los humanos? La solución, fácil de explicar, resulta desafiante en la práctica: los líderes deben volverse más humanos que nunca. Esto implica desarrollar una mayor empatía, habilidades de escucha mejoradas, lealtad y coherencia incrementadas. Los líderes deben mostrar y potenciar emociones humanas en su trabajo cotidiano: risas, lágrimas, duda, aventura; y, a la vez potencias las preguntas, los consejos y la confianza. Como afirma David de Cremer en «Leadership by Algorithm«, la inteligencia emocional puede necesitar multiplicarse por seis en los próximos años. Es concebible que, en el futuro, la IA se enfoque en lograr resultados mientras que los humanos se concentren en la retención del talento.»